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Regiones

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Encontramos sitios de arte rupestre en todas las regiones y ecosistemas de Bolivia: en el Altiplano, los Yungas y las Tierras Bajas.

El Altiplano andino consiste de una amplia cuenca entre las cordilleras occidental y oriental, con montañas de una altura de hasta 6.000 m.s.n.m. Se caracteriza por una vegetación de puna semiárida y un clima frío y seco durante la mayor parte del año.

La región altiplánica investigada en forma más intensiva es la cuenca del Lago Titicaca (Strecker, ed., 2016), que fue uno de los centros más poblados del mundo andino. Incluye zonas ambientales muy diversas, desde la puna de la serranía hasta la planicie al borde del lago.

El arte rupestre puede hallarse a la altura del lago (3.800 m.s.n.m.), en localidades más bajas o mucho más altas, hasta aprox. 4.500 m.s.n.m. Aparecen prácticamente todas las técnicas de confección de grabados – incluyendo cúpulas y rocas esculpidas – y de pinturas y una larga cronología desde el Arcaico hasta nuestros días. Los motivos se relacionan en parte con el medio ambiente destacándose las figuras de camélidos silvestres o domesticados.

Los Valles (Región Subandina), entre el Altiplano y los Llanos, se encuentran a una altura entre los 1.500 y 2.500 m.s.n.m. Cuentan con un clima que va desde el templado hasta el cálido (15 a 25º C) y un ecosistema particularmente rico en especies de fauna y flora, que se caracteriza por su humedad, con nieblas y precipitaciones abundantes.

La SIARB desarrolló estudios del arte rupestre en dos zonas de los valles: los Yungas del Depto. de La Paz (Cordero, Strecker y Taboada 2019) y los valles cruceños (Strecker y Cárdenas, eds., 2015). En la primera región de estudio se han registrado solamente grabados. Se destacan entre los sitios Kellkhata (Santa Rosa de Quilo y Quilo) y, en la zona de Teoponte, Incahuara. El repertorio consiste en gran parte en motivos abstractos: espirales, círculos, líneas curvas y composiciones combinando varios elementos. Son menos frecuentes las figuras biomorfas, tipo “lagarto”. En Kellkhata encontramos las cruces rebordeadas y las llamadas “rejas”, mientras en Incahuara se destacan caras o rostros. El sitio Santa Cecilia (Sagárnaga y Méncias 2016) también incluye otras representaciones figurativas como aves y huellas de pies.

En los valles cruceños constatamos influencias de tradiciones culturales del altiplano, de otras zonas de valles y de las tierras bajas. Se trata de una zona de tránsito y de encuentros culturales entre pueblos de distinto origen.  Esto dio como resultado una gran diversidad de pinturas y, en menor cantidad, de grabados rupestres, producto de un largo desarrollo. Como posiblemente la primera fase de arte rupestre, en la cueva Paja Colorada tenemos manos pintadas en técnica negativa. Posteriormente aparecen diversas figuras antropomorfas, “máscaras” como las de Mataral, figuras “lagarto” y otras. Entre los elementos abstractos tenemos agrupaciones de puntos, círculos, figuras “solares”, cruces, espirales y otras. Las obras más monumentales existen en el cerro esculpido El Fuerte de Samaipata y reflejan el estilo incaico.

Las Tierras Bajas abarcan la mayor parte del territorio boliviano: Amazonía (norte de La Paz, Beni, Pando, región tropical del Chapare de Cochabamba, norte de Santa Cruz) y el oriente boliviano (Chaco, centro y sudeste de Santa Cruz). Se realizaron menos registros de arte rupestre en esta vasta región que en el altiplano, con la excepción de los estudios de Carlos Kaifler en el oriente del Depto. de Santa Cruz.

Mapa de Bolivia indicando varias regiones de las tierras bajas

En la Amazonia se han registrado solamente grabados producidos de forma cuidadosa, con surcos de profundidad notable, en lugares cercanos o al borde de los ríos. Entre los motivos más frecuentemente representados predominan espirales y círculos, así como líneas en zigzag. Además existen figuras compuestas y otras con un alto grado de complejidad. En el arte rupestre figurativo tenemos representaciones humanas (en algunos casos, claramente figuras femeninas, que faltan en otras regiones) y zoomorfas, algunas de forma reducida, por ejemplo solo la cabeza. Entre las figuras zoomorfas están los llamados “lagartos”,  monos, serpientes, aves y algunos cuadrúpedos.

Uno de los sitios más destacados, Pachene, con grabados de vulvas y figuras antropomorfas, se relacionó con un camino a una salina y era de mucha importancia ritual para los indígenas Chimane; lamentablemente fue destruido por trabajos de un aserradero en 1996.

El arte rupestre del Chaco, según los informes disponibles y los pocos sitios registrados hasta ahora, consta de figuras abstractas  como líneas serpentiformes, conjuntos de puntos, cruces, círculos, cadenas de rectángulos, composiciones y otros elementos, aparte de algunas figuras biomorfas sencillas, representaciones de pies y pisadas de ave.

Grabados de Itahuatia. Foto: Carlos y Lilo Methfessel, SIARB

En la Chiquitanía del Depto. de Santa Cruz existen tanto grabados como pinturas, en dos tendencias estilísticas: representaciones abstractas y figurativas (hombres y animales regionales). La primera tendencia aparece en forma predominante en algunos sitios de la Serranía San José como las pinturas de Motacusalito, María Chica, Puente Ancho (Kaifler 1993) y Yanamí (Kaifler 1997), mientras los grabados de Capinsal (Kaifler 1999) y Cañón de los Tocos (Kaifler 2002) presentan tanto elementos abstractos como figuras biomorfas. Por otro lado, en la Serranía de Santiago y Roboré aparecen conjuntos de figuras naturalistas muy dinámicos (relacionadas con el llamado Estilo Nordeste en otras regiones de Sudamérica), junto con otros elementos abstractos (Calla 2007).

En el sudeste del Depto. de Santa Cruz (Pantanal) existen dos clases de sitios y soportes: grabados sobre superficies horizontales a nivel del piso y pinturas sobre paredes verticales o inclinadas. En el repertorio del arte rupestre predomina la tendencia abstracta, como varios tipos de círculos, grupo de puntos (en las pinturas) y pequeñas depresiones (en los grabados) y otras formas compuestas, aparte de pisadas humanas, pisadas de ave y pocas representaciones de figuras biomorfas. Se destaca el sitio de petroglifos La Cruz del Cerro Mutún (Kaifler 2006). Carlos Kaifler muestra una estrecha relación de estos grabados con sitios al otro lado de la frontera boliviana-brasileña, en la región de Corumbá. Además, presenta pinturas rupestres de Yacuses, que comparten algunos motivos con los grabados de Urucum, Corumbá (Kaifler 2011).